domingo, 22 de febrero de 2009

Otro asalto...

Febrero... Para nosotros, la cuesta de Enero comienza en Febrero. Una cuesta ya conocida y transitada. Como en un mal sueño, volvemos a revivir de nuevo la angustia y el miedo. Vuelven nuestros viejos conocidos, las salas de espera, los kilómetros de carretera, la quimioterapia.

Donde tan solo hacía dos meses solo había esperanza, ahora renace la duda; vuelven las sombras, los nódulos, el enemigo infiltrado y silencioso. Ha vuelto el cáncer.

A mediados de Febrero, un TAC reveló la presencia de infiltración en los pulmones. El invitado imprevisto vuelve a la carga.
Otra vez perdemos la bendita rutina...O tal vez es que volvemos a nuestra rutina real, las salas, los tratamientos, la carretera una vez por semana, las analíticas, la quimio. Los paréntesis entre tratamientos quizás solo sean una ilusión, un espejismo, una mala broma, una broma pesada y cruel.
Estos días no estoy, no estamos, muy animados...

Pero sé que pasarán estos días. Necesito creer que pasarán. Una pequeña broma, dará pié a una tímida sonrisa, y poco a poco, las cosas tomarán su sentido y su medida real; seguimos luchando, seguimos de pié encarando a este invitado, tan imprevisto como indeseado, al que, nos guste o no, seguimos acogiendo entre nosotros. Los días van a seguir pasando con sus cosas buenas y sus cosas no tan buenas. Y seguiremos transitando entre citas médicas, pasillos, informes, peticiones de analíticas, fieles y puntuales a la cita de cada miércoles con una sala de espera.

jueves, 8 de enero de 2009

Un compañero de vivencias

Hace dias, nos enteramos de la muerte de la mujer de un compañero. Varios años de lucha contra el cancer acabaron. Imagino que un extraño silencio le acompaña ahora. Se le debe hacer raro, cuando menos, no despertar con el sonido de la voz de su mujer, con su calor al lado; tiene que ser muy duro sentir cómo poco a poco, las cosas cotidianas, las sábanas, las almohadas, las toallas, dejan de llevar su olor...
Durante más de tres años, su vida fueron distintas etapas entre consultas, viajes a clínicas, tratamientos, pruebas, más tratamientos, más pruebas, esperanzas, y realidades. Duras y crudas realidades. La realidad desnuda, descarnada y solitaria.
Pero tambien la paz, la tranquilidad de saber que se ha luchado con uñas y dientes hasta el final. La tranquilidad de saber que sí, que el cáncer mata, pero que no vence.
Poco después, hemos sabido de otros compañeros que han iniciado este viaje inesperado. Y nuevamente es él -el marido- el que asume el papel de sufriente espectador, de acompañante, de muleta, de paño de lágrimas, de sustento y de apoyo... Al verlo, con una mirada comprendéis los dos la inmensidad de los sentimientos, de las esperanzas y de las vivencias que le esperan a uno, y que ya ha pasado el otro. Le haces entender con un gesto que no esta solo, aunque así se sienta a veces inevitablemente, y aunque nadie pueda por él llevar el peso que le corresponde en suerte.
Comienzan para ellos las esperas, los kilómetros de carreteras y de pasillos; comienza otra vida, otros valores; redescubrirán sentimientos y ocultarán otros...Sentirán en el alma y en las tripas la angustia. Pero tambien sentirán el amor, el cariño y disfrutarán de momentos irrepetibles. Quizás lean esto y sepan -otra vez- que no están solos.