lunes, 2 de junio de 2008

Tengo miedo....

Tengo miedo. A veces es un miedo sordo, contínuo; un compañero de viaje íntimo y desolador, del que no puedes escapar. A veces es un miedo agudo, inmediato, ansioso, que te aplasta y te consume.
Al principio fue el miedo a la muerte de mi mujer, a la horfandad de mis hijos; luego, miedo al dolor y al sufrimiento innecesario, inútil. Miedo al dolor inmediato de las pruebas. Miedo a las secuelas, al avance del cáncer, miedo a la incertidumbre. Miedo a las recaídas, a las recidivas.

Y ahora tengo miedo, un miedo tremendo a no estar a la altura, a no ser capaz de soportar la presión, a no poder adaptarme a los cambios; miedo a huir. A intentar escapar. Miedo de despertarme un día pensando que ésta no es mi vida; que no me la merezco...Que si ella no puede por qué yo no...
El miedo se subió conmigo en el coche el primer día, y desde entonces me acompaña, más o menos visible, pero siempre presente. A veces es un miedo compartido, y a veces es un miedo en solitario, oculto, como una suerte de onanismo, involuntario, pero puntual y cierto.

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